Obra de Dios

HACIA LA UNIDAD…

 unidad

En su designio de salvación, por el Espíritu de amor, Dios nos da a su Hijo.

En el Fiat de María el Verbo se encarnó “y habitó entre nosotros”. Hecho uno de nosotros, es el “Primogénito de una multitud».
“Por Él, con Él, en Él”, la creación vuelve al Padre, a quien se debe “todo honor y gloria”.

Bautizadas, consagradas, hemos sido introducidas en esta maravillosa obra del Dios-Amor.
Siguiendo a Cristo, hemos respondido a la llamada: “Heme aquí… para hacer Tu Voluntad”.
En su vida, en su sacrificio, nuestra vida encuentra toda su verdad y unidad y se hace ofrenda al Padre.

Todo se orienta por Él hacia el querer divino: nuestros deseos, nuestra oración y los ardores de nuestra fe;
todo se apacigua y se ilumina en su claridad: nuestras debilidades, nuestros fracasos, nuestras dudas, nuestras esperanzas;
todo se repara y fortalece en su gracia: nuestras caídas, nuestras generosidades, nuestros límites, nuestros esfuerzos.
En nosotras, todo se une a su Misión de Cristo-Salvador.

Él está presente en nuestras tareas cotidianas en las que el servicio y el don de sí son un testimonio de Dios,
en nuestras relaciones en las que cada una, por la fe, es presencia de Dios,
en nuestras preocupaciones por el mundo tan cargado de inquietud y de esperanza en su espera de Dios,
en nuestra firme esperanza de que la cruz lleva a la gloria y al reino de Dios.