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AÑO JUBILEO DE LA TIERRA «BIODIVERSIDAD»

ECOLOGÍA INTEGRAL, UNA ALTERNATIVA PARA EL CUIDADO DE NUESTRA HERMANA TIERRA

 

Sor Amelia Díaz Córdova                        

Prof. Robert Tinoco Figueroa                       

 

En nuestros tiempos estamos acostumbrados  a hablar, escribir o escuchar términos como ‘crisis climática’, ‘emergencia climática’, ‘catástrofe climática’, ‘cambio climático’ ‘contaminación ambiental’, y otros más; cada uno con su significado y trascendencia en nuestra realidad, ciertamente estos pueden parecer frases vacías, sin embargo están orientadas a explicarnos una realidad innegable que vemos todos los días: el impacto climático que sufre nuestro planeta y la necesidad de seguir trabajando por recuperarla, y ofrecer a posteriores generaciones calidad de vida. Muchos son los proyectos en todo el mundo  que trabajan por el cuidado de nuestra casa común, sin embargo pareciera que son insuficientes. Hoy, más que nunca es una necesidad el concientizarnos sobre la urgencia de proteger nuestra hermana tierra.

 

En ese sentido, el 24 de mayo del 2015 el papa Francisco nos regaló la encíclica Laudato si,  su  segunda encíclica y el tercer gran documento de su pontificado-   Inspirado en el Cántico de las criaturas compuesto por san Francisco de Asís en el siglo XIII, el Papa Francisco comienza el  documento con las palabras “Laudato si”, mi’ Signore» (Alabado seas, mi Señor). Con estas palabras el Papa Francisco  realza la importancia la figura que  San Francisco de Asís ha tenido en su vida y su ministerio por ello lo  propone como “el ejemplo por excelencia por cuidar lo que es débil y de una ecología integral vivida con alegría y autenticidad.” El Papa continua su exordio: “en san Francisco se encuentra explicitado la relación inseparable que existe entre  la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (LS 10), así nos refiere que la justicia social y la protección del ambiente son dos temas que deben ir siempre unidas en la vida de todos los que compartimos la casa común.

 

Frente a la crisis ambiental en que vivimos, el papa Francisco nos recuerda una de las realidades que las personas de este siglo no podemos perder de vista: contemplar la grandeza y la belleza de toda la creación, la misma que debe ser cuidada y respetada por los hombres, y de la Tierra que «es una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos» (LS 1).

En la encíclica enumera los temas ejes que serán tratados, la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida”(LS 16).

Lo que está pasando en nuestra casa

Bajo el título “Lo que está pasando en nuestra casa” el Papa hace un análisis profundo sobre  la situación actual del planeta generada en torno al calentamiento global y la contaminación, el problema del agua, la pérdida de la biodiversidad y cómo esto afecta al ser humano. Ello se manifiesta en el deterioro de la calidad de vida y la falta de igualdad de condiciones para el desarrollo en el planeta, que afecta a todas las personas a nivel mundial.

 

Hablar de ecología y el cuidado del medio ambiente se ha convertido en una cuestión de vital importancia para nosotros y más aún, para las futuras generaciones que vendrán. Han pasado cuatro años desde que, con esperanza, recibimos esta encíclica y, podríamos preguntarnos cuánto hemos avanzado como sociedad, como iglesia y como cristianos que compartimos la casa común o como diría el poverello de Asís, “la hermana tierra”; en poner en práctica la riqueza de este mensaje. El mismo Papa afirma: “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella” (LS 2). Ante esta situación, por encima de la legítima diversidad de opiniones sobre las causas y las posibles soluciones, Francisco denuncia la debilidad de las reacciones en la política internacional y en los poderes económicos..

 

El futuro que queremos dejar

Después de hacer un profundo análisis sobre la situación del planeta, el papa Francisco nos plantea una cuestión que centra todo el sentido de la ecología moderna, de la respuesta a esta cuestión dependerá el futuro que queremos dejar.  Francisco nos plantea: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?” (LS 160). Podríamos decir que esta pregunta es el eje de toda la encíclica. Hacernos, con valentía, esta pregunta nos lleva necesariamente a otras cuestiones, como dice el mismo papa Francisco: “Esta pregunta no afecta solo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario”, y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: “¿Para qué pasamos por este mundo? ¿Para qué vinimos a esta vida? ¿Para qué trabajamos y luchamos? ¿Para qué nos necesita esta Tierra?”, si no nos planteamos estas preguntas de fondo -dice el Pontífice – “no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener resultados importantes”.

 

Bajo esta situación, es importante que analicemos nuestra realidad, el  deplorable deterioro  ambiental al que hemos llegado, motivados y conducidos por el ansiado  progreso y desarrollo técnico mal entendido. Hoy vivimos una cultura del descarte que nos ha llevado a poner en riesgo las reservas naturales y a convertir nuestro planeta en un inmenso vertedero que ha acabado por intoxicar las aguas y  contaminar una atmósfera que, en muchas casos resulta irrespirable, agravado por el incremento de sustancias tóxicas provenientes  del tráfico o de la industria, que están alterando el ritmo climático. Al respecto, en nuestro país, podríamos citar muchos ejemplos de cómo se viene alterando el medio ambiente: minería ilegal, contaminación de las playas, ausencia de rellenos sanitarios, caos ambiental urbano, contaminación vehicular, entre otros.

 

Una ecología integral

El cuidado del planeta es una necesidad que a todos nos compromete. Sin embargo, en palabras del propio papa Francisco “no hemos encontrado respuestas adecuadas a esta crisis, una indicación de que la política internacional está sujeta a la tecnología global y financiera (LS 53-54). “Cualquier intento de las organizaciones sociales por modificar las cosas será visto como una molestia provocada por ilusos románticos o como un obstáculo a sortear” (LS 54). No podemos estar satisfechos con “una ecología superficial o aparente que consolida un cierto adormecimiento y una alegre  irresponsabilidad” (LS 59), pero debemos hacer frente a nuestra crisis y tomar decisiones fuertes.

 

Es importante que miremos nuestra realidad y recordemos que la Tierra, nuestra casa común, nosotros mismos “somos tierra (Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura” (LS 2). Por consiguiente, nos urge cuidarla y protegerla.

 

Como respuesta a esta situación el papa Francisco nos propone una Ecología Integral, partiendo de la afirmación que esta  “comprende claramente las dimensiones humanas y sociales” (LS 137), inseparablemente vinculadas con la situación ambiental,  explica cuáles son los distintos tipos de ecología: la ambiental, la económica y la social; la cultural y finalmente la de la vida cotidiana. Es importante un acercamiento integrado a la crisis: “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Para llegar a la solución se requiere una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y, al mismo tiempo, para cuidar la naturaleza” (LS 139).

 

En esta perspectiva, propone alternativas que “nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la cual nos estamos sumergiendo” (LS 163) emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. A la vez, hace hincapié  en que ningún proyecto puede ser eficaz si no tiene como base una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios que orienten el crecimiento en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico (LS 202).

 

Muchas son las acciones que podemos realizar por el cuidado de nuestra casa común, está en nosotros tomar decisiones que favorezcan este fin. Quiero terminar con las palabras del papa Francisco citando al papa Benedicto XVI: Por eso me atrevo a proponer nuevamente aquel precioso desafío: « Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo […] Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida”. (LS 207).

 

 

 

«Me alegra que el tema elegido por la familia ecuménica para la celebración del Tiempo de la Creación 2020 sea «Jubileo de la Tierra», precisamente en el que se cumple el cincuentenario del Día de la Tierra. En la Sagrada Escritura, el jubileo es un tiempo para recordar, regresar, descansar, reparar y alegrarse» (papa Francisco)
Trabajo presentado a la CRP por nuestra aspirante Milagros Flores Areche.