Testimonios

YO SOY EL “NIETO” DE MADRE JAVOUHEY

Donato Sócrates ha cumplido en Cayena las funciones de juez de instrucción, de presidente del tribunal. Desde su retiro, se ha instalado en París, en un pequeño apartamento del V arrondisement . vive allí con sus dos hijos que son estudiantes. Uno de ellos, joven licenciado en derecho, se prepara para el concurso de magistrados. El segundo trabaja y estudia. Él nos ha dado sobre Ana María Javouhey, que será beatificada en Roma este domingo 15 de octubre (1950), este emocionante testimonio.

MI PADRE LLEGO A SER UN HOMBRE LIBRE.-

Los franceses de Europa, que no conocen los prejuicios de raza, pueden comprender lo que significa para nosotros, franceses de color de los departamentos franceses de América: – Martinica, Guadelupe, Guyane-, el nombre de Madre Javouhey, esta francesa de gran corazón, que será beatificada el domingo 15 de octubre?
Ellos no saben cuál fue durante mucho tiempo nuestro destino trágico, de guyaneses, martiniqueses y guadalupenses de color. Mi padre, a los doce años, era esclavo en Guadelupe. Había sido arrancado violentamente a la tierra de África, separado de los suyos, deportado, para ser vendido en la isla, en un navío negrero en medio de los mares, en tierra lejana. Separado de todo y reducido a la esclavitud, igual que estos deportados cuya historia es tan cercana. Madre Javouhey, en el curso de sus viajes, estuvo conmovida al ver a este niño en medio de un grupo de esclavos puestos a subasta. Ella lo compra, lo pone en su velero y lo lleva a Mana, en Guyane, el pueblo que ella fundó, en pleno bosque, para acoger allí a los que pudo dar, siempre más numerosos, la libertad. El decreto que concedió la liberación de los esclavos no había sido todavía entregado. 

MANA, PUEBLO DE LA LIBERTAD.-

mana

El pueblo de Mana, ella lo había construido con sus manos, con la ayuda de las hermanas, de algunos pobres colonos, y de los que ella había acogido y salvado. A los proscritos de ayer en una vida de servidumbre y con todos los castigos, ella les enseña a escribir, les da un oficio, lo prepara poco a poco a una vida libre. Les da una vida de hombre y cristiano. Mi padre me ha contado la emoción que sintió el día en que, por primera vez, pudo firmar su nombre con letras grandes. La Madre Javouhey le dio una tierra, con qué construir una casa. En ese momento, mi padre ya es propietario, labrador y carpintero. Es el oficio que Madre Javouhey le dio. Casado con otra “hija de madre Javouhey”, él puede educar libres a sus siete hijos.Madre Javouhey regresa a Francia, pero una de sus hermanas me enseña a leer y a escribir. Pronto, gracias a ella, soy suficientemente instruido como para ser enviado a Francia con una beca.

MAGISTRADO EN «LUIS-LE-GRAND».-
Durante una estadía en Cayena, antes de mi partida a Francia, encontré a madre Angélica, mi maestra, que vino como superiora, al dejar Mana, su antiguo pueblo y el mío, su antigua patria y la mía. Antes de mi partida, Sor Angélica quiere sólo ponerme en guardia contra las ideas de grandeza: “Sobre todo, me dijo ella, no te cases con un vestido de cola” Las damas de sociedad llevaban entonces, el vestido ocn una gran cola, a la moda bajo el Segundo Imperio.
Gracias a Madre Javouhey, liberadora de mi padre, y gracias a sus hermanas, estoy aquí en el liceo Luís el Grande. Hay que creer que no han tenido poco éxito con nosotros, las “Ché-So” (Queridas Hermanas), como decimos en nuestro hablar “criollo”, puesto que he regresado a la ciudad fundada por Madre Javouhey, luego a Cayena, para ocupar allí sucesivamente todos los cargos de la magistratura assise et debout. La próxima beatificación de Madre Javouhey es para mí, como para todos los franceses negros de los departamentos de América , martiniqueses, guadelupeses, guyaneses, una verdadera fiesta de familia. Madre Javouhey, es la madre de mi padre, separado de sus padres en razón de una deportación inhumana. Madre Javouhey, toda la gente de mi país ya la han canonizado desde hace mucho tiempo, adelantando el acto que la Santa Sede realiza hoy. Todo el mundo allá la llama en nuestro idioma “Ma-ché-Mé” (Mi querida Madre); es la que ha conducido a “las islas” a todas las “Ché-So” de San José de Cluny. Verdaderamente soy su nieto. Le debo todo”.
(J.-G. GOURBILLON, o.p.)