CONGREGACIÓN SAN JOSÉ DE CLUNY PROVINCIA PERÚ – CUBA
“Hacer la Voluntad de Dios, eso es todo”
(Ana María Javouhey)
El carisma de Ana María Javouhey le ha sido dado para la iglesia. Descubrimos este mismo don entre los laicos que se encuentran también a sí mismos en afinidad con la Madre Javouhey. De este modo se aporta a la iglesia desde todos los ambientes una energía nueva para la evangelización.
1988 – El Capítulo General propone comenzar los Asociados de las Hermanas de San José de Cluny en las provincias que lo deseen.
1991 – El Consejo de la Congregación (Informe p. 137) decide un periodo de experimentación para las provincias que lo deseen. Se hará una evaluación en el Capítulo 1994
1991 – 1° de noviembre. Se redacta un primer folleto para los Asociados de las Hermanas de San José de Cluny
1992 – Se constituye el primer grupo de Asociados en Guadalupe (provincia Antillas-Guayana)
1994 – El Capítulo (Informe p.107) autoriza la continuación de la experiencia de Asociados
1997 – El Consejo de Congregación (Informe. Temas anexos p.57 y siguiente) da unas grandes líneas de orientación para continuar y precisar el proyecto de los Asociados.
2000 – El Capítulo General autoriza los Asociados, en respuesta a las provincias que deseen orientaciones.
El Concilio Vaticano II dice: “Todos estamos llamados a la santidad” (Lumen Gentium)
En la Encíclica “Christi Fideles laici”, Juan Pablo II lanza una llamada para que se dé a los laicos el lugar que les corresponde en la Iglesia.
Hermanas de San José de Cluny, tenemos conciencia de poseer una conciencia espiritual para compartir, un camino de santidad legado por nuestra fundadora Ana María Javouhey.
El carisma de Ana maría javouhey le ha sido dado para la Iglesia. Descubrimos este mismo don entre los laicos que se encuentran también a sí mismos en afinidad con la Madre Javouhey.
De este modo se aporta a la Iglesia desde todos los ambientes una energía nueva para la evangelización.
Todo adulto bautizado, hombre o mujer que procedan de horizontes muy diversos, que quieran vivir plenamente los valores evangélicos y que es atraído por el espíritu de Ana María Javouhey, que encuentra una correspondencia entre su modo de ver las cosas y la manera de ver de Ana María.
Son creyentes que han tomado en serio el compromiso del Bautismo, que quieren crecer en su fe y se nos unen para vivir el carisma y la espiritualidad de la Congregación de manera que juntos, religiosas y laicos, reafirmen sus respectivas vocaciones.
“Hacer la Voluntad de Dios, eso es todo”, dice ella.
En la búsqueda y el cumplimiento de esta Voluntad, se encuentra con Cristo a través de todo.
Su fe descubre los designios divinos en los signos de los tiempos y en las llamadas de sus hermanos respondiendo con generosidad ilimitada; se entrega al servicio de todos: niños que instruir, enfermos abandonados que cuidar, esclavos que liberar, pueblos lejanos que evangelizar.
Abierta a las ideas nuevas de su tiempo, combate el mal en su raíz…
Respetuosa de la dignidad humana, da confianza a todos.
No obra sola, sino que colabora fraternalmente con cuantos Dios pone en su camino.
Anima comunidades en las que se vive el Evangelio y se prepara el Reino de Dios.
El Espíritu habita en ella, la invade en la contemplación, la impulsa a la acción, fecunda su misión.
(Constituciones, Introducción p. 13-14 y Cap. I p. 17)
Ana María Javouhey
mujer de intuiciones delicadas,
de corazón inagotable, de perdón generoso,
mujer de discernimiento,
de valor,
creadora,
irresistible,
Corazón de Cristo en el corazón del mundo.
Es necesaria una formación para prepararse a ser Asociado y debe continuarse después.
Esta formación ayuda a los Asociados:
Los Asociados se reúnen con una Hermana o una comunidad que comparte con ellos la vida y la espiritualidad de Ana María Javouhey. Juntos descubren y profundizan el don del carisma ya presente en su vida y que están llamados a vivir más plenamente.
Es importante que las comunidades busquen medios para que los Asociados puedan vivir relaciones lo más prolongada posible con la Congregación:
Dado el carácter específico de los Asociados, su compromiso está determinado por su propia moción interior. En consecuencia, después de un tiempo de progreso se les pueden ofrecer varias posibilidades:
Personas deseosas de vivir el espíritu de Ana María Javouhey sin tomar compromiso alguno, podrían formar parte de un grupo de Asociados y venir regularmente a sus reuniones.
Cada uno es aceptado de pleno derecho cualquiera sea su opción.
Es una adhesión a la espiritualidad de Ana María Javouhey y de la congregación, de vivir en ella.
Es una voluntad de profundizar la vida de fe en Jesucristo.
Es una voluntad de dar a conocer a Ana María Javouhey y a la Congregación, de tener la preocupación de la misión y eventualmente, de participar en su acción misionera.
En todo momento el Asociado puede retirarse sin ninguna obligación, enriquecido por su camino espiritual.
No hay ninguna obligación financiera ni para el Asociado ni para la congregación.
El Asociado puede formular su compromiso por medio de una oración, un texto, en el que expresa:
Ordinariamente el compromiso se hace durante una celebración en presencia de las Hermanas de la Congregación y de otros Asociados.